El príncipe rana

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En un tiempo muy pasado había un rey que tenía cuatro hijas hermosas. La menor era la más traviesa de todas y no solo era traviesa sino la más bonita de todas. Todas las tardes salía a jugar en el jardín del palacio, llena de infinita energía, y con su risueña calidez correteaba de un lado a otro sin parar ni un momento, cazando mariposas, jugando con las flores, trepando los árboles, y con gran inquietud por su entorno, la verdad era que nunca estaba quieta.

Un día tanto trepar y jugar la joven se sintió cansada. Así que decidió sentarse a la sombra junto al pozo de agua que se encontraba al final del camino, y se puso a juguetear con una pelota de oro que siempre llevaba con ella. De pronto se distrajo pensando, la pelota resbalo de sus manos y cayó en el agua. El pozo tenía mucha profundidad y no pudo recuperarla. Se sintió triste y comenzó a llorar. Tanto fue su llanto que una ranita que vivía dentro del pozo la escucho, y floto por encima del agua y dijo a la niña: ¿Qué tienes niña hermosa?, pareces ser una princesa y las princesas como tú no deberían estar tristes.

Estaba jugando con mi pelotita de oro pero me distraje y se me resbalo y ha caído al pozo – contesto la niña entre llantos.

Deja de preocuparte porque yo tengo la solución– dijo la rana – si aceptas mi amistad yo estaría dispuesto a bucear hasta el fondo de este pozo y de seguro te devolveré tu pelota.

Perfecto – dijo la niña a la ranita, me parece un buen trato ser tu amiga.

La rana con mucho ánimo y una decisión incuestionable, tomo todo el aire que le fue posible, tomo el impulso que necesitaba y buceo hasta lo más profundo del pozo, buscando detalladamente en el fondo la reluciente pelota, logrando de esa manera encontrarla y traerla de vuelta a las manos de la niña. Desde luego después de tanto esfuerzo la rana agota, le entrego la pelota y le dijo – aquí tienes amiga mía, con un jadeo de cansancio. La niña tomo la pelota y sin darle las gracias corrió hacia el palacio sin decir nada. La rana se sintió triste y confundida. Al día siguiente la princesa se levantó tomo su desayuno, y alguien llamo a la puerta, la niña salió a abrir pero no vio a nadie, solo escucho una voz que le dijo, soy yo tu amiga rana ¿no me recuerdas? Ella lo trato con desprecio y le dijo que no era su amiga. Cuando el rey noto la situación pregunto a la hija y ella le conto todo, el rey la reprendió por no cumplir su palabra y le dijo que invitara a la rana a palacio a pesar de su quejas. La niña de mala gana compartió la comida con ella. La rana le pidió la llevara a la cama, y ella se horrorizo de tener que dejar la cama a una rana repugnante. La rana le pidió un besito y la niña le dijo que le daba ganas de vomitar, la rana rompió en llanto desconsolado, la princesa sintió lastima por ella y le dijo: no llores siento haber herido tus sentimientos. Fue entonces cuando se acercó a la rana y le dio un beso tan tierno y sincero, que de repente la rana se convirtió en un joven y apuesto príncipe. Una bruja malvada me hechizo dijo sonriendo. Así se convirtieron en verdaderos amigos, y cuando fueron mayores se casaron y fueron muy felices.

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