Daniel y las palabras mágicas

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Daniel es un niño vivaz y muy curioso. Le gustaba escribir mucho y tanto sus padres como su abuelo le hacían regalos para acrecentar su vínculo con el aprendizaje y el conocimiento. Tanto es su gusto por las palabras que todo el que le rodea recibe de él alguna suerte acto mágico con palabras.

Ya todo el mundo le llama el mago de las palabras. Claro, él no es un mago común. Es uno que no tiene un gran sombrero. No hace actos de magia tradicionales desapareciendo personas o haciendo trucos con cartas. Su mayor acto de magia radica en incitar buenas emociones en su público. Por ello sus amigos los admiran y lo convencen de realizar sus actos de magia continuamente.

Un día su abuelo, conociendo sus facultades le regaló una caja que envió desde un país lejano del que Daniel no sabe el nombre, pero que tampoco importa, porque lo que realmente es importante es su contenido. La caja en cuestión está llena de letras de colores brillantes. Daniel no cesa de jugar con su caja de letras brillantes. Ahora con ella puede hacer su magia mucho mejor que antes.

Ayer le dejó a su madre un mensaje que decía: “Hermosa, que tengas un buen día”. Esto le alegró el día a su madre a tal punto que no dejó de sonreír y cantar todo el día. Hoy le dejó a su padre una nota con las mismas letras brillantes: “Te amo papá”. El mensaje lo dejó detrás del volante para que no perdiera de vista su mensaje.

Ciertamente sus padres adoran a su hijo y saben lo querido que es él para todo el mundo que le rodea ya que mediante su magia le proporciona alegría y ganas de vivir a su prójimo.

Por lo que creo, Daniel, va a convertir a todos sus amigos en magos de la palabra porque ya saben muchos trucos y ya saben hacer felices a la gente que les rodea.

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