Igor pierde el rabo y Winnie the Pooh lo encuentra

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Winnie Pooh ayuda a su amigo el burro Igor a encontrar su cola 🧸 Episodio 7 🐴

En un rincón del Bosque el viejo burro gris Igor, con las patas delanteras bien separadas, pensaba y pensaba.

A veces, pensaba tristemente para sí: «¿Por qué?», y a veces pensaba: «¿Con qué fin?», y otras veces pensaba: «¿En la medida de qué?», y luego ya no sabía en qué estaba pensando. 

Así que, cuando Winnie the Pooh apareció por allí, Igor se alegró mucho de poder dejar de pensar un rato y dijo:

«¿Cómo estás?» -con voz muy deprimida.

-¿Y cómo estás tú? -le preguntó Winnie the Pooh.

Igor meneó la cabeza. -No muy «cómo» -dijo-. Hace muchísimo tiempo que no estoy nada «cómo».

Vaya, vaya -dijo Pooh-. Cuánto lo siento, déjame que te mire a ver qué te pasa.

Igor se quedó quieto mirando al suelo tristemente y Winnie the Pooh dio una vuelta a su alrededor observándole con atención.

-¿Qué le ha pasado a tu rabo? -preguntó con sorpresa.

-¿Qué le ha pasado? -dijo el burro Igor.

-Que no está.

-¿Estás seguro?

-Verás; una cola puede estar o no estar. No hay equivocación posible. Y tu rabo no está.

-Entonces, ¿qué es lo que está?

-Nada.

-Déjame ver -dijo Igor, y giró para llegar al sitio donde antes había estado su rabo, y cuando vio que no lo podía alcanzar, giró para el otro lado hasta que llegó a donde estaba

al principio, y luego bajó la cabeza y la metió entre sus patas delanteras y finalmente dijo con un gran suspiro: Me parece que tienes razón.

-Claro que tengo razón -dijo Pooh.

-Esto explica muchas cosas -dijo Igor con voz dramática. Esto lo explica todo. Ahora lo entiendo.

-Debes haberlo dejado en alguna parte -dijo Winny de Pooh.

-Alguien debe de habérselo llevado -dijo Igor-. Son muy capaces -añadió después de un largo silencio.

Winnie de Pooh comprendía que debía decir algo reconfortante, pero no sabía el qué. Así que decidió ponerse en acción.

-Igor -dijo solemnemente-, yo, Winnie the Pooh, encontraré tu rabo.

-Gracias, Pooh -respondió Igor-. Tú eres un amigo de verdad -dijo-. No como otros.

Así que Winnie the Pooh se fue en busca del rabo de Igor.

Era una preciosa mañana de primavera en el Bosque cuando Pooh se puso en camino. Algunas nubecillas jugueteaban en el cielo, deslizándose por delante del Sol como si quisieran taparlo y alejándose de repente para dejar sitio a sus compañeras. Detrás de ellas, el Sol brillaba tanto como podía.

Pooh caminó a través de la floresta, bajando colinas, atravesando riachuelos, trepando escarpadas laderas, hasta llegar cansado y hambriento al Bosque de los Cien Acres. Porque en el Bosque de los Cien Acres era dónde vivía Búho.

-Y si alguien sabe algo de algo en este mundo -se dijo a sí mismo Pooh-, ese alguien es Búho, o yo no me llamo Winnie de Pooh -dijo-. Y yo me llamo Winnie de Pooh, así que…

Búho vivía en Los Castaños, una vieja mansión encantadora y la más imponente de todo el Bosque, o por lo menos eso es lo que le pareció a Pooh cuando vio que la casa salia una aldaba y un cordón de campanilla. Debajo de la aldaba había un letrero que decía:

NO YAMAR ENSACO DURGENZIA

Estos letreros los había escrito Christopher Robin, que era la única persona en el Bosque que sabía escribir realmente bien.

Porque Búho era muy sabio y sabía leer y hasta escribir su propio nombre, VUO, pero se confundía en cambio con las palabras ya más complicadas, como HIPECACUANA, HUEVOSFRITOS.

Winnie Pooh leyó los dos letreros con sumo cuidado, primero de izquierda a derecha y luego, por si acaso se había dejado algo, de derecha a izquierda.

Finalmente, y para estar completamente seguro, golpeó con la aldaba y luego tiró del cordón de la campanilla y además gritó lo más fuerte que pudo:

-¡Búho, tengo un caso de urgencia! ¡Soy Pooh!

Entonces se abrió la puerta y apareció Búho.

-Hola Pooh -dijo-. ¿Cómo va todo?

(Continuará…)

(Escuchar desde el principio:
Ir a episodio 1)

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