Winnie the Pooh visita a conejo y se mete en un aprieto – Cap II (parte 1/2)

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Winnie Pooh visita a su amigo Conejo 🧸 Episodio 3 🐰 Cuentos Disney

El Oso, conocido por sus amigos como Winnie the Pooh, o sencillamente Pooh, iba un día andando por el Bosque y canturreando para sí. Había inventado una melodía esa

misma mañana, mientras hacía su gimnasia frente al espejo:

Tra-la-la-la, tra-la-la-lá, cuando se estiraba hacia arriba lo más posible,

 y luego tra-la-la-la, tra-la-¡ay!-la-lá, cuando intentaba tocarse la punta de los pies.

La había repetido una y otra vez después de desayunar hasta aprenderla de memoria, y ahora ya podía cantarla de un tirón. Era así:

Tra-la-la-lá,

Tra-la-la-lá,

Chin-pum-pum,

Patapum.

Tra-la-la-lá,

Tra-la-la-lá,

Chin-pum-pum,

Patapum.

Pues bien, iba canturreando esa melodía, caminando alegremente, preguntándose qué estarían haciendo todos los demás y preguntándose también qué siente uno si, en vez de ser uno, resulta que es otro, cuando llegó a un promontorio de arena y en el promontorio de arena había un agujero.

-¡Ajá! -dijo Pooh (Chin-pum-pum. Pata Pum). O mucho me equivoco o este agujero significa Conejo -dijo-, y Conejo significa Compañía -dijo-, y Compañía significa Comer y Escuchar mi Canción y otras cosas agradables. Chin-pum-pum. Patapum.

Así que se inclinó, metió la cabeza por el agujero y gritó:

-¿Hay alguien en casa?

Dentro del agujero se oyó un ruido como de carreras y luego nada.

-¡He preguntado que si hay alguien en casa! -gritó Pooh muy fuerte.

-No -dijo una voz, y luego añadió-: No hace falta que hables tan alto; te he oído perfectamente la primera vez.

-¡Qué lata! -dijo Pooh-. ¿Seguro que no hay nadie?

-Nadie en absoluto.

Winnie the Pooh sacó la cabeza del agujero y se puso a pensar y pensó:

«Tiene que haber alguien ahí dentro, porque alguien tiene que haber dicho «Nadie en absoluto»».

Así que volvió a meter la cabeza en el agujero y dijo:

-¡Hola, Conejo! ¿Eres tú?

-No -dijo Conejo, esta vez con una voz diferente.

-¿Pero no es ésa la voz de Conejo?

-No creo -dijo Conejo-, por lo menos, yo intento que no lo sea.

-¡Oh! -dijo Pooh.

Volvió a sacar la cabeza del agujero y de nuevo se puso a pensar, y una vez más metió la cabeza en el agujero y dijo:

-Bueno; pues serías tan amable de decirme dónde está Conejo?

-Ha ido a ver a su gran amigo el Oso Winnie the Pooh.

-¡Pero si soy yo! -dijo Pooh sorprendido.

-¿Qué clase de yo?

-¡El Oso Pooh!

-¿Estás seguro? -dijo Conejo aún más sorprendido.

-Absolutamente seguro.

-Entonces puedes pasar.

Así que Pooh empujó y empujó hasta que consiguió pasar por el agujero.

-Tenías toda la razón -dijo Conejo, mirándole detenidamente-. Sí que eres tú. Me alegro de verte.

-¿Quién creías que era?

-Bueno, no estaba seguro. Ya sabes lo que pasa en el Bosque. No se puede meter en casa a cualquiera. Hay que tener cuidado. ¿Quieres tomar algo?

Pooh siempre solía comer alguna cosilla alrededor de las once de la mañana, de modo que se alegró mucho de ver que Conejo se ponía a sacar tazas y platos, y cuando Conejo

le preguntó:

«¿Miel o leche condensada con el pan?», se puso tan nervioso que dijo:

-Las dos cosas – y luego, para no parecer glotón, añadió-:

Pero no te preocupes por el pan, por favor -y luego, durante mucho rato, no volvió a decir nada más. Finalmente se levantó canturreando con voz pringosa, sacudió con cariño la

pata de Conejo y dijo que tenía que marcharse.

-¿De veras? -dijo Conejo cortésmente.

-Bueno -dijo Pooh, podría quedarme un poco más si tú… si hay… -y se quedó mirando en dirección a la despensa.

-En realidad -dijo Conejo-, yo también tengo que salir ahora mismo.

-Ah, bueno, entonces me voy. 

Adiós.

-Adiós. Si estás seguro de que no quieres nada más, adiós.

-¿Pero queda algo más?

Conejo levantó las tapas de los cacharros y dijo que no, que no quedaba nada más.

-Ya me parecía -dijo Pooh moviendo la cabeza-. Bueno, tengo que irme.

Así que empezó a trepar fuera del agujero. Hizo fuerza con las patas delanteras mientras empujaba con las traseras, y al poco tiempo había conseguido sacar la nariz… y luego

las orejas… y luego las patas delanteras… y luego los hombros… y luego…

-Mecachis -dijo Pooh-, será mejor que vuelva a entrar.

-Porras -dijo winnie Poo-, tendré que seguir saliendo.

-¡No puedo entrar ni salir!

-dijo Pooh-. ¡Mecachis en la porra!

(Ir a la parte 2 – Capítulo 2)

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