El burro Igor pierde su rabo y Winnie the Pooh pide ayuda a Buho 🦉 Cap 4 🧸 Episodio 8
(Escuchar el principio del cuento – Episodio 7)
-¡Búho, tengo un caso de urgencia! ;Soy Pooh!
Entonces se abrió la puerta y apareció Búho.
-Hola Pooh -dijo-. ¿Cómo va todo?
-Mal, muy mal -dijo Pooh-, porque Igor, que es amigo mío, ha perdido su rabo y está deprimidísimo. Por eso he venido a que me digas cómo buscarlo.
-Bueno -dijo Búho-, el procedimiento acostumbrado en tales casos es como sigue…
-¿Qué quiere decir «el Padecimiento Constipado a Talegazos«? -preguntó Pooh-. Yo soy un Oso de Poco Cerebro y a palabras muy largas me dan dolor de cabeza.
-Quiero decir Lo Que Hay Que Hacer.
-Ah bueno, si sólo quiere decir eso, no me importa -dijo Pooh humildemente.
-Lo que hay que hacer es lo siguiente: Primero llenar de afiches el Bosque y luego..
Un momento -dijo Pooh levantando la mano-. ¿Qué has dicho de llenar el Bosque? Como has estornudado, no te he entendido bien.
-Yo no he estornudado.
-Sí, Búho, has estornudado.
-Perdona, Pooh, pero no es verdad. No se puede estornudar sin uno saberlo. Lo que yo he dicho es: «Primero llenar de Afiches el Bos…
¡Ya has vuelto a estornudar! -dijo Pooh.
-¡AFICHES! -dijo Búho muy fuerte-. Escribimos unos carteles muy grandes, ofreciendo una gran recompensa a cualquiera que encuentre el rabo de Igor.
-Hablando de grandes recompensas -dijo Pooh animándose de pronto-, yo siempre como algo a estas horas… precisamente a esta hora de la mañana -y se quedó mirando el
aparador que había en una esquina del comedor de Búho-. Una cucharadita de leche condensada, o cualquier otra cosa, y una pizca de miel.
-Entonces -dijo Búho-, escribimos esos carteles y los colocamos en todo el Bosque.
-Una pizca de miel -murmuró Pooh para sí-, o no, según se tercie -y, suspirando profundamente, hizo un esfuerzo para escuchar a Búho, que hablaba y hablaba con palabras cada vez más largas.
Al final volvió a donde había empezado y dijo que Christopher Robin era la persona indicada para escribir los carteles.
-Fue él quien escribió los letreros que tengo yo en la puerta. ¿Los has visto?
Pooh llevaba ya un rato con los ojos cerrados diciendo «Sí» y «No», por turnos, a todo lo que hablaba Búho. Y, como había dicho «sí. sí» , la última vez, ahora respondió “no, no» sin tener ni idea de lo que le estaban preguntando.
-¿No los has visto? -dijo Búho sorprendido-. Ven a verlos ahora mismo.
Así que salieron y Pooh miró la aldaba y el letrero de debajo, y cuanto más miraba el cordón de la campanilla más tenía la impresión de haber visto, anteriormente, algo parecido en otra parte.
-Es bonito el cordón, ¿verdad? -dijo Búho. Pooh asintió.
-Me recuerda algo -dijo-, pero no sé qué. Dónde lo conseguiste?
-Me lo encontré en el Bosque, colgado de un arbusto. Al principio pensé que alguien vivía allí, así que tiré de él para hacer sonar la campanilla, pero no abrió nadie; luego tiré más fuerte y me quedé con él en la mano y, como me pareció que nadie lo quería, me lo traje a casa y…
-Búho -dijo Pooh solemnemente-, cometiste un grave error. Alguien sí lo quería.
-¿Quién?
Ígor. Mi amigo Igor. Estaba encariñado con él.
-¿Encariñado?
-Apegado -dijo tristemente Winnie the Pooh.
Y con estas palabras descolgó el rabo y se lo llevó a Igor, cuando Christopher Robin lo hubo clavado de nuevo en su sitio, Igor se puso a dar volteretas por el bosque sacudiendo su rabo, tan feliz que Winnie the Pooh tuvo que marcharse corriendo a casa, a tomar algo que le ayudara a sobrellevar la emoción.
Cuando se enjugó el hocico media hora después, se puso a cantar lleno de orgullo:
El rabo se perdió
Fue Pooh quien lo encontró.
A la hora de almorzar
Pooh lo salió a buscar.