🌃 La noche más brillante: el día que Dios iluminó el cielo con la Vía Láctea
Hace mucho, muchísimo tiempo, al mundo, que estaba recién hecho, solo le faltaban las estrellas de la bóveda celeste.
La noche era muy, muy negra, y el cielo parecía un campo de cultivo recién arado en el que todavía no había caído ni una semilla de trigo.
Un día Dios se cubrió los hombros con un decorado de arriba abajo de doradas estrellas que debían iluminar el cielo con su brillo.
Pero como el manto tenía un agujero, por él se escapaba una nube de brillantes y doradas semillas: eran la estela del paso de Dios.
Todavía hoy, si miramos al cielo nocturno, podemos saber gracias a ella por dónde exactamente pasó Dios.
Los hombres han llamado a este camino la Vía Láctea.