EL PRIMER BELEN

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Cuento de Navidad de San Francisco de Asis ⛪ 

En Italia, vivía un hombre llamado Giovanni de Vellita, muy amigo de un santo al que todo el mundo conocía por sus deseos de mostrar a todos la forma de amar la vida y todas las cosas de la Creación.

San Francisco de Asís, pues tal era el nombre del santo, vivía en una solitaria ermita en las montañas rocosas de la comarca, y siempre que Giovanni iba a visitarlo los dos hablaban de la forma de hacer que la gente comprendiera las labores del Dios en la Tienta.

Se acercaba el día de Navidad, y Giovanni insistía a San Francisco para que celebrase las Pascuas junto a su familia. Querido Giovanni le dijo Francisco- me gustaría conmemorar el nacimiento del niño en Belén para que mis ojos corporales pudiesen ver sus trabajos en la Tierra.

Me gustaría ser testigo de cómo yacía sobre la paja del pesebre, de cómo el buey y el asno lo calentaban con su aliento, de cómo la Virgen Maria lo arrullaba en su sueño divino, de cómo los pastores acudieron para adorarlo… Todo esto lo he visto con los ojos de mi alma, en mis largos momentos de reflexión en soledad, y quería verlo con los ojos corporales.

-Claro que sí –respondió Giovanni- sería maravilloso poder ver algo así. Giovanni y Francisco descendieron a la aldea del Greccio, y allí encontraron un viejo establo  abandonado, que llenaron de paja fresca. Giovanni habló con un granjero y le pidió prestado un buey, y después fue a hablar con su cuñado, el labrador, para pedirle la mula que tiraba de su carro.

Francisco, por su parte, habló con la esposa de Giovanni, que era costurera, y le explicó cómo era la ropa que llevaban las mujeres en la época de nacimiento del Niño en Belén, y luego le pidió a un ropavejero unos cuantos trapos con los que confeccionar un hermoso muñeco.

Todo el mundo se sentía muy intrigado por lo que aquel santo se disponía a hacer. La medianoche del día 24 de diciembre ya estaban todos los preparativos hechos, e invitaron a todos los vecinos a acudir al antiguo portal abandonado. Impresionados se quedaron todos al ver un pequeño muñeco,como un Niño Jesús, yaciendo sobre la paja del pesebre, cómo un buey y una mula lo calentaban con su aliento, cómo una mujer vestida como la Virgen María lo arrullaba…

y todos los vecinos parecían pastores que habían acudido a adorarlo. Giovanni y San Francisco intercambiaron una mirada, pues parecía realmente que estuviesen ontemplando lo que había sucedido, hacía tantos, en aquel portal de Belén.

Aquel fue el primer belén.

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