Fábula del león y el ratón

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En una apacible mañana, después de una noche de caza, un león se encontraba durmiendo plácidamente, bajo la sombra de un frondoso árbol. Dos traviesos ratones correteaban en el árbol persiguiéndose uno al otro, tan entretenidos se encontraban es su juego, que no notaron la presencia del Rey de la Selva, llegando hasta donde se encontraba el durmiendo su majestad; uno de los ratones salto cayendo sobre el León despertándolo, molesto por la interrupción de su siesta, de un zarpazo capturo al pequeño ratón, cuando estaba a punto de devorarlo el ratoncito asustado con voz temblorosa le suplica:

—-no me coma por favor, no fue mi intención molestarlo, perdóneme se lo suplico—

El león rugió en la cara del animalito, que como gelatina temblaba entre las garras del felino; aferrándose a la vida suplica por un perdón.

La feroz fiera conmovida perdono al ratón y lo soltó, los roedores en agradecimiento le dicen:

—-Gracias señor león, en muestra de nuestro agradecimiento, cuando necesite ayuda, no dude en llamarnos, estaremos dispuestos a ayudarlo—

—-jajajajaja, como pueden ayudarme siendo tan pequeñitos, jajajaja— dijo el león riéndose mientras se alejaba, perdiéndose entre espesura de la selva.

El tiempo paso, el león ya no recordaba el episodio con los ratones, paseaba por la maleza como solo lo hace un monarca, cuando de repente cae en la trampa de unos cazadores, una red que lo envolvió elevándolo del suelo, el Rey de la selva comenzó a rugir fuertemente, desesperado, él sabe lo que significa esa trampa, si no se libera los humanos se lo llevaran lejos de su reino.

Los pequeños ratones escucharon los rugidos del león, corrieron en dirección del sonido a su encuentro. Cuando llegaron al lugar ven al gran animal atrapado y suspendido en una red.

—-No se preocupe señor león, nosotros lo liberaremos—

El león sorprendido por los ratones ve como estos suben a la rama que sostenía la red, con sus afilados dientes roen las cuerdas rompiéndolas, el león cae al suelo liberándose de la trampa. Toma a los ratones y rápidamente se aleja del sitio, antes de que los humanos aparezcan.

Ya en un paraje seguro, el león se disculpó con los pequeños ratones por haberlo ofendidos.

—-Les estoy muy agradecidos por atender mi llamado de auxilio, si no hubiesen acudido, esos humanos me alejarían de mi hogar, me disculpo menospreciarlos. Ahora entiendo todos tenemos una habilidad—– les dio su agradecimiento y las manos en señal de amistad.

Y como buenos amigos se adentraron en la selva.

 

MORALEJA TODOS TRNEMOS UNA HABILIDAD, NO IMPORTA EL TAMAÑO Y SU EDAD.

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