El lobo y las siete cabritillas

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Mama cabra tenía siete hermosas cabritillas sus hijas adoradas, a las cuales cuidaba y consentía como una buena madre, ella siempre le había enseñado a sus pequeñas que debían tener cuidado con el lobo, y les dio muchos consejos. Un día la mama cabra tenía que ir a trabajar, aunque con mucha preocupación por sus adoradas hijas se fue, no sin antes decirles a sus hijas que por ningún motivo le abrieran la puerta a algún extraño, les indico que solo le podían abrir a ella. Después de una larga charla con sus hijitas hermosas se tuvo que ir, muy preocupada. Después de un rato el lobo sabiendo que la mama cabra había tenido que irse entro en escena, tratando de hacerse pasar por mama cabra. Fingiendo ser mama cabra trato de imitar su voz, pero las cabritillas bien advertidas por su mama se dieron cuenta que era el lobo y por tanto no abrieron la puerta, y de paso se mofaron del lobo.

El lobo percatándose de que su grave voz lo delataba con las pequeñas cabritillas, decidió tomar otras acciones, fue cuando se le ocurrió irse a una farmacia, allí en la farmacia compro un jarabe de jengibre que hizo que se la aclarara la voz, de ese modo su voz ya no era grave sino que se hizo cada vez más aguda. Allí probando que su voz ya no era grave volvió a la carga a tratar de engañar a las astutas cabritillas, las cabritillas bien advertidas dudaron al escuchar el delicado llamado del lobo y se asomaron por debajo de la puerta y para confirmar sus sospechas vieron las patas del lobo grandes y peludas, percatándose que no era su mama le dijeron de nuevo al lobo que era un tonto, se burlaron de él y no abrieron la puerta. Pero este lobo tenía mucha hambre y no se rendía, además estaba molesto por las constantes burlas de las cabritillas que no eran para nada tontas, así que se le ocurrió otra idea para poder engañarlas y comérselas de una vez por todas, fue a una ferretería y compro una pintura blanca y procedió a pintarse las patas de blanco y otra vez fue a la puerta a tocar. Ahora con voz aguda y con las patas muy blancas, las cabritillas no pudieron resistirse a la invitación, pues querían mucho a su mama y asumieron que mama cabra había regresado, sin dudarlo más abrieron la puerta al feroz lobo sin saberlo, el lobo hambriento y enojado persiguió a las cabritillas y se las trago una por una hasta quedar satisfecho, estaba tan lleno que se olvidó tragarse a una de las cabritillas, la más pequeña busco un escondite en el gran reloj de la sala de la casa y se resguardo.

Cuando mama cabra regreso miro la puerta abierta, y comenzó a buscar a sus hijitas, después de buscar solo escucho la voz de la cabritilla menor, y ella le dijo lo que había sucedido con sus hermanas. Así que de esta manera decidieron ir a buscar al lobo, que dormía desprevenido lleno por su gran festín. El lobo estaba tan profundamente dormido que mama cabra le abrió el estómago y saco a sus hijitas, que entre lágrimas de alegría abrazaban a mama cabra. Una vez fuera le colocaron piedras en la barriga al lobo, que al despertar sediento fue al rio a tomar agua y se cayó y se ahogó, por el enorme peso de su barriga. Así mama cabra y sus cabritillas vivieron felices y sumisas por siempre.

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