LA HIENA MALVADA

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En apariencia el egoísmo triunfa. Esta fábula africana muestra cómo termina la avaricia de quien engaña para conseguir sus objetivos. 

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Cuento africano 🐫 Leyendas africanas.

Una vez dos hombres, Ali y Mustafá, tuvieron que atravesar un desierto en compañía de un león, una serpiente, una hiena y un chacal. Los víveres no les duraron mucho y se alegraron mucho al llegar a un oasis, donde encontraron un camello.

Lo ataron a una palmera. Cansados por la larga caminata, se durmieron, acordando matar al día siguiente al camello y hacer con él un buen asado. Solo quedó en vela la hiena, la más perversa y egoísta de la caravana, que ideó un plan diabólico para quedarse con el camello ella sola. Despertó al león y le dijo al oído:

-Ten cuidado porque el chacal tiene intención de robar el camello y huir. 

-¿Con que esas tenemos? -rugió furioso el león-. Ahora lo arreglo yo. -Y acercándose al chacal, que estaba durmiendo, lo mató de un zarpazo y luego volvió a dormir. 

Ya está listo el primero, -pensó la hiena satisfecha de lo que había hecho. 

Poco después se aproximó a la serpiente, la despertó y le dijo en voz baja:

-¿Has visto lo que ha hecho el león? Ha asesinado al chacal mientras dormía y ha decidido hacer eso mismo con todos nosotros para poder comerse el camello él solo. 

-¿Ah, si? -dijo la serpiente furiosa- Ahora le daré su merecido. Y acercándose al león le mordió con sus envenenados dientes y la fiera murió casi sin alcanzar a despertarse. Luego la serpiente se durmió de nuevo. 

-¡Ya van dos!, pensó la hiena frotándose las patas y aullando en su forma característica. 

De allí a poco se acercó a Ali y le dijo al oído:

– ¡ Despiértate, Alí !. Me he dado cuenta que la serpiente ha matado al león y al chacal. Si la dejamos, pronto nos matará también a nosotros para quedarse con el camello. 

-¿Ah, si? -dijo Alí-. Ahora lo arreglo yo en un santiamén. -Y acercándose a¡con cautela a la serpiente le aplastó la cabeza con una piedra. Y se acostó de nuevo. 

-¡Ya van tres!. pensó la hiena alegremente. 

Poco después manchó de sangre a Alí y fue a despertar a Mustafá, que hasta entonces había estado roncando, y le susurró: 

-¡Levántate, Mustafá! Ali ha matado al león, al chacal y a la serpiente. Temo que quiera repetir su broma con nosotros para poderse apropiar el camello. 

-¿Hablas en serio? -dijo Mustafá. 

-Naturalmente -respondió la malvada hiena. 

Entonces Mustafá sacudió a su compañero gritando:

-¡Vamos, tú! ¿Duermes o finges dormir? ¿Es verdad que has matado al león, al chacal y a la serpiente?. Discúlpate, si puedes. ¡Si no, prepárate a pagar tus crímenes con la muerte!.

Alí se despertó sobresaltado y no lograba entender nada. Ni siquiera pudo articular una palabra de excusa, igual que le hubiera pasado a un asesino sorprendido en flagrante delito. 

Cuando Mustafá vio a Alí manchado de sangre, no dudó ya que, mientras él dormía, había matado al león, al chacal y a la serpiente. 

Sacando el puñal se abalanzó sobre su compañero para hacer justicia rápidamente. 

Pero en aquel instante se oyó una voz que decía:

-¡Alto! ¡No es él el asesino!

¿Quién había hablado? El camello, que, atado a la palmera, había visto todo y pudo por tanto explicar a los dos hombres cómo la hiena había empujado con engaños al león para que matase al chacal, a la serpiente para que matase al león, a Alí para que matase a la serpiente y como, después de manchar de sangre a Alí, había tratado de provocar su muerte a manos de mustafá. 

Antes de que el camello acabase de hablar, la hiena ya había puesto pies en polvorosa. 

Alí y Mustafá dieron las gracias al camello, aquél por haber salvado la vida gracias a su intervención, y éste por no haber llegado a matar a su compañero. Así es que lo desataron y le dijeron:

-Eres libre. -Pero luego suspirando añadieron: -Ahora nosotros tenemos que ayunar hasta el próximo oasis. 

-No os preocupéis -dijo el camello-. Esperad y veréis.

cuando amaneció, los condujo al castillo de los genios o espíritus del oasis. 

-Aquí encontraréis de todo- -les dijo-. Comed y bebed, pero iros antes de ponerse el sol para que los genios al regresar no os cojan en su casa.

Alí y Mustafá dieron otra vez las gracias al camello, entraron en el palacio, comieron y bebieron hasta la saciedad y salieron hartos y algo alegres. 

La hiena, que los había espiado desde lejos, decidió entonces entrar también en el castillo. Una vez dentro, no supo contener su glotonería. Cuando, después de ponerse el sol, los espíritus del oasis regresaron a su castillo y encontraron al repugnante animal comiendo vorazmente su cena, la mataron sin decirle siquiera -que aproveche-. Desde ese día aprendieron que:

MUCHAS VECES LA VERDAD 

SE BUSCA POR AQUÍ Y ESTÁ POR ALLÁ.

Refrán – Historias de África.

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