Cuento sobre la Leyenda de EL CADEJO 🐕 Cuento tradicional Latinoamericano | Nahual
Había una vez en un pequeño pueblo llamado San Juan, en el vivía con su abuela un niño llamado. Mateo era un niño curioso y valiente, pero a veces se sentía un poco asustado cuando tenía que caminar solo por la noche.
Un día, mientras caminaba de regreso a casa después de jugar con sus amigos, Mateo escuchó un ruido extraño detrás de él. Se dio la vuelta para ver qué era, pero no vio nada. Sin embargo, al poco tiempo el ruido continuó y Mateo comenzó a sentirse un poco nervioso.
Mateo apretó el paso y pensó que tenía que haber regresado a casa antes de que se hiciese de noche, pero eso al menos hoy ya no tenía remedio. De repente, apareció a su lado un perro gigante y de color blanco. Mateo no sabía qué hacer y se quedó quieto mirando, pero el perro parecía amistoso y lo miraba con ojos dulces.
Mateo tímidamente continuó andando despacio al principio y poco a poco más rápido. El perro comenzó a seguirlo y Mateo se dio cuenta de que solo quería acompañarlo a casa y parecía no acercarse demasiado para no asustarlo.
Mateo estaba un poco inquieto al principio, pero el perro seguía siendo amistoso y parecía de algún modo querer protegerlo. Así que Mateo decidió confiar en él y continuó caminando hacia casa.
Cuando pasaban por partes del camino más iluminadas y Mateo podía ver mejor al grán perro blanco, le parecía que su pelo era muy curioso y que tenía forma de escamas, pero eso no podía ser, porque él había estudiado en la escuela que todos los perros tienen pelo y las escamas eran cosa de reptiles y peces, así que pensó para sí que había visto mal.
Cuando llegaron a casa, el perro se adelantó y se sentó frente a la puerta y se quedó allí hasta que Mateo llegó y entró seguro. Desde ese día, el perro apareció todos los días que Mateo se entretenía jugando o haciendo la tarea en casa de sus amigos y se le hacía de noche para acompañar a Mateo a casa.
Mateo estaba muy agradecido y contento con el perro y comenzó a llamarlo «Cadejo». Un día mientras cenaba con su abuela le contó lo que le ocurría por las noches con su amigo “Cadejo” y la abuela sorprendida, se quedó al principio un poco pensativa y después sin decir nada se levantó y regresó con un antiguo rosario que regaló a Mateo haciéndole prometer que lo llevaría siempre colgado como si fuese un collar.
Al acostarse antes de dormir, en lugar de leer un cuento la abuela le contó que su Cadejo era un ser mitológico muy antiguo, que aparecía para proteger a las personas que caminaban solas por la noche. Mateo se durmió pensando en la suerte que tenía de ser acompañado por su amigo “Cadejo” y se sentía seguro sabiendo que él estaba allí para cuidarlo.
Un día, mientras caminaba de regreso a casa, Mateo vio como otro perro aparecía en el camino, éste se parecía mucho a Cadejo pero era negro y por sus gruñidos y forma de mirarle parecía un perro malvado. Mateo se asustó mucho y sintiendo que corría peligro por aquel Cadejo malo, sin pensarlo dos veces comenzó a correr tan rápido como pudo.
Cuando parecía que el grán perro negro lo iba a atrapar, el Cadejo bueno apareció y parándose frente al malvado lo protegió mostrando amenazante sus afilados dientes. El Cadejo malo asustado por el valor del buen Cadejo y después de gruñir de frustración, se alejó corriendo y Mateo por suerte nunca más volvió a verlo.
A partir de ese día, Mateo nunca tuvo miedo de caminar solo por la noche. Sabía que el Cadejo bueno estaría allí para protegerlo. Y así, Mateo y el Cadejo blanco se convirtieron en grandes amigos y siempre estuvieron juntos en las noches.
Mateo contó todo lo sucedido a su abuela al llegar a casa y esta le dijo que en ocasiones las cosas que nos asustan pueden terminar siendo amistosas y que siempre debemos confiar en nuestros amigos para protegernos. Y así, Mateo vivió feliz y seguro gracias a su gran amigo el Cadejo.