Esta es la historia de un perro llamado Máximo. Máximo era un pequeño perro que vivía en una casa con su amo y con un gato llamado Miau.
El perro Máximo era un perro al que querían mucho todos los que lo conocían, y a pesar de que todos creemos que los perros y los gatos se odian, Miau y Máximo se querían mucho, tanto que se la pasaban juntos jugando en el jardín de la casa.
La vida de Máximo era tranquila, tenía un amo, un amigo gato con el que podía jugar, tenía una pelota y todos los huesos que quisiera, pero máximo tenía un pequeño problema ¡Le aterraban los truenos! Y Máximo no era miedoso, pero cada vez que escuchaba un trueno era inevitable para él salir corriendo a esconderse debajo de la cama o detrás de la cocina.
Una noche estaba Máximo y Miau estaban comiendo un enorme tazón de comida luego de un día de muchos juegos, cuando de repente empezó a llover, estas no eran buenas noticias para Máximo, que, al sonar el primer trueno, salió como un cohete a esconderse detrás de la cocina. Al ver esto, Miau pensó:
–Otra vez lo mismo. Sal de ahí, Máximo –le dijo – con ocultarte detrás de la cocina no lograrás huir del sonido de los truenos ¡es imposible! Además, eres un perro bastante grandecito para temer a las tormentas.
–De verdad que detesto las tormentas ¡Las detesto de verdad! – dijo Máximo con voz temblorosa.
–No hay motivos para que lo hagas – respondió Miau– las tormentas pueden ser algo muy hermoso, incluso, bajo el cielo nocturno.
–Yo no le veo nada de hermoso a esta tonta tormenta– protestó Máximo.
–A ver, sal de ahí para que podamos hablar y para poder mostrarte las cosas maravillosas e interesantes que puedes ver en una tormenta.
Máximo, haciendo caso a su amigo Miau, salió lentamente de su escondite, viendo hacia todos lados como si estuviera siendo perseguido por un fantasma.
–No entiendo cómo puede asustarte– dijo Miau– escucha el sonido de las gotas de lluvia cayendo sobre el suelo y sobre los techos ¡suena como muchos aplausos! Imagina que estás en un gran teatro y son los aplausos que la gente te dedica por tu gran representación.
–Si es cierto– dijo Máximo más calmado y con una sonrisa algo nerviosa en su cara– suena como aplausos.
–¿Lo ves? No es aterrador – le dijo su amigo el gato– ahora acompáñame a la ventana, te mostraré algo.
Ambos se dirigieron a la ventana y Miau le enseñó a Máximo cómo a lo lejos caían los rayos sobre las montañas e iluminaban el cielo nocturno.
–¡Vaya! ¡Impresionante! Es hermoso – dijo Máximo con una expresión de sorpresa en el rostro.
–Al fin te das cuenta – dijo Miau aliviado – no hay absolutamente nada que temer a las tormentas, es solo lluvia y también trae consigo cosas muy bonitas de observar.
En ese momento estalló el sonido de un trueno y Máximo sintió cómo se le erizó la piel.
–Esos truenos – dijo Máximo con cara de miedo y de desprecio.
–Tranquilo, amigo – contestó Miau con tono amable – los truenos son solo un ruido que además se origina allá muy lejos en el cielo, un trueno no puede hacerte daño, solo debes acostumbrarte.
En ese momento Máximo sintió mucha más calma de la que había sentido antes durante una noche tormentosa, Miau lo había ayudado a ver las cosas de un punto de vista diferente y a darse cuenta de que no hay nada aterrador en las tormentas, ni en la lluvia, ni en los truenos.