Pooh y Piglet preparan la trampa al Pelifante

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Porquete y Pooh se encuentan un Pelifante 🐘 Cap 5 (Parte 2 d 2) 🧸 Episodio 10

(Ir al capítulo anterior – Episodio 9)
… Nos encontraremos mañana por la mañana a las seis, junto a los Seis Pinos, a ver cuántos Pelifantes han caído en la Trampa.

-A las seis, Piglet.

¿Tú tienes una cuerda?

-No. ¿Para qué quieres una cuerda?

-Para traerlos a casa.

-¡Oh! Me parece que los Pelifantes vienen cuando se les silba.

-Unos sí y otros no. Nunca se sabe con los Pelifantes.

Bueno, hasta mañana.

-Hasta mañana.

Y Piglet fue a su casa de «COTO P» mientras Pooh se metía en la cama.

Unas horas después, justo cuando la noche estaba ya terminando, Pooh se despertó con una sensación como de agujero en el estómago. Ya conocía esa sensación de otras veces y sabía lo que significaba. Tenía hambre. Así que fue a la despensa, se subió a una silla, estiró los brazos para alcanzar la última estantería y…  NO encontró nada.

-Es curioso -pensó-. Yo tenía un tarro de miel ahí; un tarro lleno, lleno hasta los bordes, con un letrero de MYEL pegado para que yo supiera que era miel.

 Es muy curioso. Y empezó a pasearse arriba y abajo, hablando solo y mormojeando. Así:

Es curioso, muy curioso
que yo, palabra de oso,
tenía un tarro de miel,
digo MYEL.

Y ahora lo busco y no hallo
ni miel ni tarro; es un fallo,
pues no encuentro ni el papel
de la MYEL.

Había mormojeado esto hasta tres veces, poniéndole un poco de música, cuando de pronto recordó. Había colocado el tarro en la Trampa Astuta para cazar al Pelifante.

-¡Porras! -dijo Pooh. Esto me pasa por querer ser amable con los Pelifantes -y se volvió a la cama.

Pero no podía dormir. Cuanto más lo intentaba, menos podía. Intentó contar ovejas, lo cual es a veces una buena solución para quedarse dormido; cuando vio que tampoco se dormía, intentó contar Pelifantes. 

Eso fue aún peor. Porque cada Pelifante que contaba iba derecho al tarro de miel y se la comía toda. Durante un rato se quedó tumbado en la cama sintiéndose desgraciadisimo; pero cuando el Pelifante número quinientos ochenta y siete se relamió el hocico diciendo:

«Buena esta miel. No recuerdo otra mejor», Pooh ya no pudo resistir más. Saltó de la cama, salió corriendo de su casa y no paró hasta llegar a los Seis Pinos.

El Sol seguía acostado, pero sobre el Bosque de los Cien Acres había un cierto resplandor en el cielo que parecía indicar que pronto saltaría de su cama. En la media luz los pinos parecían fríos y solitarios, y el Hoyo Muy Profundo parecía más profundo todavía. 

En cuanto al tarro de miel, en el fondo del hoyo, resultaba un objeto misterioso, una forma nada más. Pero cuando se acercó un poco, la nariz de Pooh decidió que efectivamente aquello era miel, la lengua se le disparó y empezó a relamerse el hocico ¡Porras! -dijo Pooh en cuanto metió la nariz en el tarro Un Pelifante se ha comido la mitad.

Pero luego se acordó de que había sido él mismo. La verdad es que se la había comido casi toda. Pero quedaba un poco, justo en el fondo del tarro, así que metió la cabeza completamente y se puso a lamer…

Piglet se despertó temprano. En cuanto estuvo bien despierto se dijo:

«¡Oh!» Luego añadió valientemente: «Si»

y luego, aún más valientemente:

«Por supuesto»

Pero, de hecho, no se sentía nada valiente porque la palabra que le retumbaba en la cabeza era ¡Pelifante!

¿Cómo es un Pelifante?

¿Es un animal feroz?

¿Viene cuando le silbas? 

¿Y cómo viene?

¿Le gustan los cerditos?

Si le gustan los Cerdos, ¿le gustan todas las clases de Cerdos?

Suponiendo que sea feroz con los Cerditos, ¿servirá de algo que un Cerdo tenga un abuelo llamado Coto Primitivo?

No conocía la respuesta a ninguna de estas preguntas… ¡y se iba a encontrar con su primer Pelifante en menos de una hora!

Naturalmente, Pooh estaría con él y la cosa resultaba mucho más Tranquilizadora siendo dos. Pero supongamos que los Pelifantes sean Muy Fieros con los Cerdos y los Osos.

¿No sería mejor decidir que tenía un horrible dolor de cabeza y no ir a los Seis Pinos esa mañana?

Pero también supongamos que hace un día estupendo y no hay ningún Pelifante en la trampa: ¿Qué pintaba él toda la mañana en la cama, perdiendo el tiempo tontamente? 

No sabía qué hacer. Y entonces tuvo una Brillante Idea. Iría hasta los Seis Pinos muy silenciosamente, echaría una mirada dentro de la trampa y comprobaría si había algún Pelifante. Si lo había, el se volvería a la cama, y, si no lo había, ya no tendría que preocuparse.

Así que fue. Al principio pensó que no había un Pelifante en la trampa y luego pensó que sí, y cuanto más se acercaba, más seguro estaba de que sí, porque además se le oía pelifantar como un demonio.

-Ay mi madre! -se dijo Porquete. Y quería echar a cotrer. Pero, por otra parte, ahora que estaba tan cerca, lo menos que podía hacer era asomarse un poco y ver cómo es un Pelifante. Así que se deslizó hasta la boca del hoyo y miró.

Winny de Pooh había estado todo el tiempo intentando sacarse el tarro de la cabeza. Cuanto más la sacudía, más se le encajaba.

«¡Porras!» – dijo desde dentro del tarro, y sobre todo, «¡Auxilio!» , Y, «¡Ay!» 

Intentó golpearlo contra algo, pero como no podía ver contra qué lo golpeaba, no consiguió nada. También intentó trepar fuera del hoyo, pero como no veía nada más que el tarro, y ni siquiera encontraba el camino. 

Al final levantó la cabeza, con tarro y todo, y soltó un horrible alarido de Tristeza y Desesperación… y fue justo en ese momento cuando a Piglet se le ocurrió mirar.

-Auxilio! ¡Socorro! -gritó Piglet-. ¡Un Pelifante; un Pelifante horrible! -y salió corriendo como alma que lleva el diablo, gritando sin parar.

-¡Socorro! ¡Auxilio! ; ¡Un Pelifante Horrible!

¡Un Horriflante Pelible!

¡Un Pelirrable Hofible!

-y no paró de correr y gritar hasta que llegó a casa de Christopher Robin.

-¿Qué diablos te pasa, Piglet? -dijo Christopher Robin, que justo se estaba levantando de la cama.

-Horrible -dijo Piglet, jadeando tan fuerte que casi no podía hablar-. Horrible… Pelifante… Socorro.

-¿Dónde?

-Allí -dijo Piglet agitando la pata.

-¡Cómo es?

Como.. como… tiene la cabeza más grande que has visto en tu vida, Christopher Robin. Una cosa enorme, como… como… como… nada. Enorme, no sé cómo explicarte, como un tarro.

-Bueno -dijo Christopher Robin, poniéndose los zapatos-. Vamos a verlo.

Piglet no tenía miedo con Christopher Robin a su lado, así que fueron.

-Yo le estoy oyendo, ¿tú no? -dijo Piglet ansiosamente cuando estuvieron cerca.

-Oigo algo -dijo Christopher Robin.

Era Pooh dando con la cabeza contra una raíz de árbol que había encontrado.

-Ahí -dijo Piglet-. ¿No es horrible?

Y se agarró fuerte de la mano de Christopher Robin.

De repente, Christopher Robin soltó la carcajada, y se reía… y se reía y, mientras se estaba desternillado de risa.

¡CATACRAC!… la cabeza del pelifante se estrelló contra la raíz del árbol, el tarro se hizo añicos y apareció la cara de Pooh.

Entonces Piglet se dio cuenta de lo tonto que había sido, y se sintió tan avergonzado que se fue corriendo a su casa y se metió en la cama con un tremendo dolor de cabeza.

Pero Christopher Robin y Pooh se fueron juntos a desayunar.

-¡Ay, Oso! -dijo Christopher Robin-. ¡Cuánto te quiero!

-Yo también -dijo Pooh.

(Escuchar desde el principio:
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